La importancia
de la evaluación auténtica dentro de la práctica educativa implica un cambio en
la cultura de la evaluación tradicional, de las pruebas bajo llave de las que
el estudiante desconocía incluso, los parámetros bajo los cuales sería evaluado,
al diseño de instrumentos que garanticen la objetividad de la evaluación.
Esta objetividad
se logra al evitar descontextualizar la evaluación, haciéndola significativa y
funcional a través de tareas integradoras que valoran el proceso de creación y
el manejo de conocimientos para corregir errores, que se convierten en una motivación
para valorar el error como paso
necesario para el aprendizaje.
El docente
desarrolla un papel de gestionador de ambientes de aprendizaje, es quien
clarifica en la ruta del estudiante los conocimientos, metas y criterios a
partir de los cuales, el estudiante adquiere la confianza y seguridad para conseguir
un propósito, que se plantea así mismo como reto. El docente en este papel de guía,
conduce al estudiante a usar con responsabilidad la libertad para organizar su
trabajo de aprendizaje.
El estudiante
tiene la oportunidad de entrar en un consenso que le permite regular su
proceso, interactuar y crear criterios de evaluación conforme avanza y supera
los parámetros establecidos, además de generar redes que lo lleva a investigar
y buscar respuestas a sus nuevas inquietudes.
Este proceso
que retroalimenta, reajusta y fortalece los aprendizajes, logra los objetivos
de manera sistemática a lo largo de la toma de decisiones, en diferentes momentos
de aplicación: inicial, procesual y final. Contempla la finalidad y función:
formativa y sumativa y permite la participación de agentes evaluadores a través
de la coevaluación, hetéreoevaluación y autoevaluación, esta última podría
decir que es el rasgo distintivo de la evaluación autentica, un proceso metacognitivo
en el cual, el estudiante crea conciencia del proceso de su pensamiento.
Incorporar
la evaluación auténtica dentro de
mi quehacer docente, implica hacer uso de diarios reflexivos, portafolios,
mapas conceptuales e instrumentos de autoevaluación, significa generar autonomía
en mis estudiantes, interés por su formación, necesidad de trascender, deseo de
investigar, capacidad para crear e imaginar, fortalecer su capacidad de gestión
y colaborar para mejorar su entorno, en suma, mi meta es crecer y trascender
con mis estudiantes.

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